planetaimaginario
Que susto, que susto, los dos dÌas precedentes hizo tiempo muy feo y muy gris, tanto que solo faltaba que regalasen sogas por las esquinas para colgarse de alguna tuberÌa del w.c. HabÌa oÌdo aquello de
"si en marzo mayea en mayo marzea" y empeze a temer la posibilidad ominosa de una primavera invernal. Pero, por lo general y al menos en mi experiencia, las cosas siempre acaban saliendo bien (por aquello de nacer con una flor en el culo) y hoy por fin tenemos un dÌa perfectamente primaveral, con su sol, con su fresquito, con su libido y su gente de ojos enrrojecidos intentando avanzar por las calles.
A lo largo de las ˙ltimas semanas mi habitaciÛn se ha ido convirtiendo paulatinamente en
zona catastrÛfica. Primero fue la cama. En una de esas fiestas absurdas que celebramos alguien salto con demasiado Ìmpetu sobre ella y las patas anteriores fallaron. Ahora, tras alguna chapuza, la cama es bastante inestable. Cuando menos me lo espero me siento de alguna forma que no debo, o me doy una vuelta demasiado violenta, y las patas fallan: me quedo tumbado en un plano inclinado. La estanterÌa tambiÈn se ha jodido. El domingo no sÈ muy bien de que manera dos de las patas laterares fallaron. Es una estanterÌa met·lica y las patas se doblaron, todos los libros del ˙ltimo estante me cayeron encima mientras intentaba sujetarla de una forma un tanto patÈtica ante la mirada atÛnita de Ale. Ahora est· apoyada en la pared, toda torcida y, a veces, da la impresiÛn que son los muros del edificio los que est·n curvados.
Es curioso: dos de las patas de la cama y dos de las patas de la estanterÌa. Pero no solo eso: tambiÈn mis dos patas se resienten frecuentemente, a la altura de la rodilla, los dÌas de mucha caminata y de mucha escalera, especialmente si llevo calzado inadecuado. øCÛmo interpreto esto? Pues dirÌa que en esta etapa todo lo que me sujeta a tierra empieza a fallar y pronto no podrÈ sostenerme por mÌ mismo sobre mis dos pies. Gracias a Dios tengo un remedio que tal vez funcione: los pantalones de campana, mi objeto de adoraciÛn en el mundo de la moda. Con ellos doy la impresiÛn de estar fuertemente asido al mundo, imbatible, como si nada me pudiera derribar y absorbiendo toda la energÌa tel˙rica de la Madre Tierra. O tal vez esto solo sea una ilusiÛn que trata de esconder mi debilidad.
En mis sueÒos, de vez en cuando, se me caen los dientes. Es bastante desagradable. Al despertar lo primero que hago es tocarme la dentadura y comprobar, con gran alivio, que todos siguen en su sitio. Hoy se lo he comentado a Ale y ella me ha dicho que la caÌda de dientes simboliza la muerte, aunque no la mÌa, claro. O eso espero.
El s·bado noche, en alg˙n antro, extraviÈ mi telÈfono mÛvil. Si intent·is comunicaros conmigo (cosa que dudo) podeis utilizar el correo tradicional, el email o la telepatÌa.
Pensar mucho es malo, pues siempre que se piensa mucho se acaba pensando tonterÌas. Mucho m·s malo es, despuÈs, confesar tus conclusiones. Entonces los demás son un espejo donde ves reflejada tu, dig·moslo asÌ, filosÛfica estupidez.
Me gustarÌa poseer un pequeÒo hombrecito, de la altura de un palmo o asÌ, y con chistera, para poner a prueba mis razonamientos antes de utilizarlos.
A veces es agobiante vivir en Madrid por la siguiente razÛn: cuando uno vive fuera la tele es una ventana al mundo. Los anuncios, las noticias, las pelis, las series, todo esto tiene lugar en lugares lejanos que habr· que visitar, queda mucho mundo por recorrer. Pero cuando se vive aquÌ la tele solo muestra la ciudad y todo los que sale est· ambientado en tu barrio o en el barrio de al lado, puedes reconocer las calles, las plazas y hasta a alguna gente. Parece que, de pronto, el mundo se ha reducido a los lÌmites de la capital.
Se me ha ocurrido que si fueramos inmortales las cosas serÌan bastante parecidas. Al no ser nuestra memoria ilimitada solo tendrÌamos recuerdos de un cierto intervalo de tiempo y sabrÌamos que dentro de doscientos aÒos no recordarÌamos lo que hacemos ahora. SerÌa como vivir varias vidas superpuestas.
Uno de los primeros recuerdos que conservo con nitidez es de los cuatro aÒos: estoy esperando al ascensor en el descansillo de mi casa, en Oviedo. Me saco
un moco, un moco verde oscuro y perfectamente esfÈrico. M·s que un moco real parecÌa un arquetipo de moco, la Idea platÛnica de moco. Yo de aquella no sabÌa todo esto, asÌ que lo dejÈ adherido a la puerta del ascensor. Losmocos siempre han estado muy presentes en mi experiencia vital.
Yo no sÈ que significa esto. Lo cierto es que es difÌcil interpretar los sÌmbolos mediante los cuales la vida te habla, aunque muchas veces el significado es tan obvio y evidente que no te puedes dar cuenta a˙n teniÈndolo delante. Recuerdo que hace un mes o asÌ vÌ un buitre volando en cÌrculos sobre mÌ. Estaba cruzando la Cordillera Cant·brica. Cuando lleguÈ a casa ocupÈ varios dÌas intentando investigar esto en diccionarios de simbologÌa; yo sabÌa que el buitre podÌa ser sÌmbolo de la muerte, pero creÌa recordar que en algunas tradiciones orientales podÌa significar otras cosas. Y asÌ me rebanÈ los sesos durante dÌas, recorriendo librerÌas y bibliotecas. Finalmente, una noche, caÌ en la cuenta (est˙pido de mÌ) de que no había significado detrás de aquello, de que significante y significado coincidían, de que aquello no era más que aquello, un buitre. La comprobación de la veracidad de mi análisis y el que, en realidad, leyendo el lenguaje del mundo pudiera descubrir cosas que habitualmente se me escapan me impresionÛ profundamente, muy profundamente.
Anoche, mientras caminaba por la calle
nevÛ. Es raro, ultimamente siempre que camino solo por calles desiertas acaba por nevar.
El otro dÌa fue gracioso. SalÌamos de un
after hours y hacÌa solecito. Estabamos caminando, intentando decidir quÈ hacer cuando nos encontramos con unos coleguitas que nos dicen que lo mejor ser· tomar una birra en el
peep show de Atocha, que abre temprano (eran las 10 o 11 de la maÒana) y es divertido. El lugar en cuestiÛn se llama
Mundo Fant·stico y tiene una de estas enooormes entradas de color rosa y con miles de lucecitas que parecen justificar la existencia de centrales nucleares para abastecernos de energÌa. Una vez dentro nos colocamos en la barra con nuestras cervecitas (previamente abonadas). Encima bailaba una chica en pelotas. Ella y otras dos hacÌan turnos. La rubia, una chica-del-este era amiguita de nuestros colegas, asÌ que se puso en cuclillas al borde de la barra y nos la presentaron. Al parecer la niÒa era bailarina de danza, dato que aproveche para contarle mi vida y milagros en ese mundo. Era simp·tica. Total, que permanecimos allÌ un rato largo, y cada vez que salÌa la rubia y hacÌa aquellas acrobacias erÛtico-festivas yo me deshacÌa en aplausos y en bravos, ante la mirada atÛnita del resto de clientes. Virginia, que se aferraba a mi vera a una botella de Mahou, me dijo que no habÌa imaginado que yo fuera ese tipo de hombre. Yo le expliquÈ que mi entusiasmo no era debido a mi hormonas ni a mi calentura, simplemente me parecÌa triste que aquella mujer tuviera que hacer aquel trabajo a las 12 de la maÒana de un domingo ante una audencia casi inexistente y totalmente indiferente. AsÌ que yo la jaleaba, para darle una satisfacciÛn, por pequeÒa que fuera.
Yo no sÈ porque todo el mundo repite obviedades por todas partes. Es triste vivir en un lugar donde haya que condenar explicitamente el atentando del 11-M (que como veis ya ha sido convertido en un objeto de consumo, con su mitologÌa, su iconografÌa y su canes˙); no entiendo porque todas las personas que aparecen en los medios, una por una, tiene que condenar el atentado, cuando es algo que deberÌa de darse por supuesto, el estar en contra de tal atrocidad. Lo suyo serÌa que solo hablasen los que
no lo condenan, que serÌa la noticia reseÒable. Luego est·n los polÌticos que dicen que aunque no compartan todas las opiniones, las respetan. Pues faltarÌa m·s en esta democracia tan acusadora. Y luego est· el coleguita que llega y te dice que no tiene por quÈ darte explicaciones de su vida privada, cosa que me enerva sobremanera. Ok, ya me he leÌdo el cÛdigo civil y he comprobado que no, que no est· obligado.
En fin, deberÌamos hablar menos y decir m·s.
Felicidades Ale!!! SÌ, hoy es el cumple de Ale,
28 aÒitos aunque aparente 18. MaÒana lo celebraremos, sin duda, como si acab·semos de llegar a la mayorÌa de edad, quÈ se le va a hacer.
Jo, cada vez desconfÌo m·s de que
Txe exista. Mis opiniones y mis sentimientos cambian tanto de un dÌa para otro que no sÈ si debajo de todo esto hay alg˙n hilo com˙n que pueda llamar
Yo.
Creo que era Hume quien hablaba de esto, en el curso de filosofÌa de COU. TendrÈ que repasarlo.
Bueno, bueno, hoy es Viernes. La verdad es que, para mÌ, los dÌas cada vez son m·s indistinguibles, pero en fin, la novedad es que hoy: 1. Puede que me compre unos pantalones de pana y de campana en una tienda de segunda mano de MalasaÒa. 2. Puede que me tiÒa la cabeza de morado. 3. Puede que no haga ninguna de estas dos cosas.
Hoy ha habido cerquita de mi casa, en la Catedral de la Almudena, un funeral por las vÌctimas del atentado, con la presencia de sus familias, la Familia Real, y autoridades de todos los gobiernos de Europa y parte del extranjero. DespuÈs de la ceremonia la Familia Real al completo, incluidos Leti, Marichalar y UrdangarÌn han pasado a saludar y dar el pÈsame uno por uno a todos los afectados, a todas aquellas familias. Algunas mujeres y hombres parecÌan realmente (y nunca mejor dicho) emocionados y reconfortados con la solidaridad de la monarquÌa. El Rey y los suyos los abrazaron y hablaron un poquito con cada uno (eran centenas de personas); los psicÛlogos han recomendado hablar del problema para suavizar la pena y los Reyes no son ajenos a estas recomendaciones. Mientras, todo era retransmitido en directo por varias cadenas para asegurar el tedio de la audiencia. Supongo que los mon·rquicos, juancarlistas y letizistas (entre los que me incluyo) estabamos ante el televisor con l·grimas en los ojos.
A mi la verdad esto me parece una ofensa, un absurdo y, en definitiva, un paripÈ. Si mi mam· hubiera fallecido en uno de aquellos trenes malditos, que viniera el Rey o el Pap· me la hubiera traÌdo al fresco. Haberlo evitado antes. Evitad que vivamos en este mundo de mierda y luego no llorÈis,
hipÛcritas.
El antropÛlogo
Malinowsky, en una de las obras m·s famosas e importantes de Èsta ciencia, estudio a los nativos de las
islas Tobriand. En estas sociedades no se habÌa erigido el
principio de autoridad (causante de muchas de nuestras neurosis y fundamental para el mantenimiento del capitalismo). Esta gente no se habÌa dado cuenta de la relaciÛn evidente entre el acto sexual y la procreaciÛn asÌ que pensaban que en la cuestiÛn de tener hijos lo hombres no tenÌan nada que hacer y el hijo era engendrado unicamente por la mujer y era una parte de Èsta. AsÌ que no existÌa la figura de padre, no tenÌa sentido. Quien educaba a los hijos era el hermano materno, el tÌo, y el verdadero padre ni siquiera sabÌa que aquellos retoÒos eran carne de su carne y sangre de su sangre. Lo curioso es que el hermano paterno, a pesar de tener la obligaciÛn de educarles, no tenÌa poder sobre ellos, sÛlo la madre tenÌa este privilegio. Por esta razÛn los niÒos no eran reprimidos por el padre y se habÌa creado una sociedad m·s libre, menos reprimida sexualmente, con menos psicopatologÌas y, en definitiva, m·s feliz. Una
sociedad matriarcal, con lÌneas de sucesiÛn matrilineales, con respeto por la mujer y adoradora de diosas femeninas de la fertilidad.
Casi la totalidad de los hombres que he conocido intimamente desde niÒo han sido especialistas en provocar sufrimiento en los que les rodean, en especial en
las que les rodean. Me refiero, por supuesto, a hombres en el sentido de gÈnero m·sculino, seres humanos con pene, testÌculos, cierto tipo de hormonas, un gen Y y una nula inteligencia emocional o afectiva. Porque nosotros, los machos, somos agresivos, somos egoÌstas, somos inseguros y competitivos, posesivos, dependientes, adictos, despreocupados, soberbios, celosos, infieles y asÌ hasta el infinito. Y yo no sÈ muy bien si el origen de esta horrible forma de ser es cultural, debido al sistema patriarcal o simplemente natural, genÈtico. Yo me considero una persona enormemente femenina, tengo un
yin asÌn de grande, esto es, no me importa mostrar mis sentimientos, soy sensible, cariÒoso y todo eso. Pero a˙n asÌ conservo todos los primitivos defectos de mi gÈnero. Est· claro que mi evoluciÛn como persona ha de dirigirse lejos del concepto de
niÒo y lejos del concepto de
hombre, es decir, debo llegar a ser una
mujer adulta. Y para los que no quieran comprender les dirÈ que no , que no deseo ser un travesti.
Leo el blog de la amiga
Raki: "EstarÌa bien calcular la velocidad a la que mudan los sentimientos". Yo digo que sÌ, que serÌa maravilloso tener una
"cinem·tica sentimental", pero a˙n mejor serÌa tener una
"din·mica sentimental", y asÌ no sÛlo saber a que velocidad cambian sino la naturaleza de ese cambio, es decir: quÈ sentimientos son, de dÛnde vienen y, sobretodo, a dÛnde van. Eso serÌa de una utilidad incalculable para la humanidad. Pero es un proyecto imposible debido a que no expresamos nuestros sentimientos. Y no los expresamos porque tenemos miedo. Miedo a que nos hagan daÒo. Porque todavÌa concebimos la existencia como una lucha, como una guerra, y a˙n nos sorprendemos de que el mundo viva en la guerra constante. CÛmo no, si solo somos animales asustados temblando en sus madrigueras. Yo me he propuesto ser sincero, de hecho creo que hace mucho que lo soy, al menos a este respecto. AmÈn.
Hay momentos en los que el paso del tiempo me parece algo anecdÛtico. Empieza un mes, acaba, empieza otro mes y todo est· m·s o menos igual. Y lo extraÒo es que nunca estoy contento, ni cuando las cosas cambian, ni cuando dejan de cambiar. QuÈ fatalidad.
°Bravo! Hoy he almorzado una sopa de Gallina Blanca (Ave con fideos) y una pizza fresca de Casa Tarradellas (At˙n y Bacon). AsÌ se hace Txe, el perfecto amo de casa y un buen partido.
El Estado Terrorista de Israel ha asesinado hoy a el lÌder espiritual de la banda terrorista Hamas, en represalia por algunos atentados suicidas en Israel. Yo no sÈ si estos seÒores piensan que van a apaciguar a los palestinos mediante estas acciones. Por el momento los integristas han prometido cientos de muertos como venganza, y asÌ la rueda sigue girando.
No sÈ por quÈ si todos estamos de acuerdo en que la ocupaciÛn es una injusticia y que el palestino es un pueblo oprimido nadie hace nada por cambiar estas cosas.
Ahh, la primavera no se ha demorado ni un minuto, ha acudido a su cita incluso con un dÌa de antelaciÛn; eso significa: sol, buen tiempo, terrazas, al Rastro sin dormir y muchas esperanzas.
DeclaraciÛn de Principios: Yo no sÈ si es tenacidad o cabezonerÌa, heroÌsmo o mezquindad, pero nunca renuncio a algo que quiero, nunca.
Luego a veces lo consigo y otras veces no. Lo cierto es que mi principal aficciÛn desde niÒo son las causas perdidas.
Leer un libro sentado solo en una mesa de un bar me da verguenza. En la barra no tanto. El otro dÌa se lo dije a Virginia, le dije: "me da verguenza sentarme en una mesa a leer", y a ella le pareciÛ absurdo. A mÌ tambiÈn me lo parece. VencerÈ este miedo. Vaya, creo que hacÌa mucho tiempo que no pronunciaba este verbo, vencer.
Se me est· cerrando la barba. Tengo algunos granitos en las zonas donde florecen nuevos pelos. Siempre he temido este momento: pronto estarÈ completo y comenzarÈ a envejecer.
Ser adulto: ver cientos de puertas que se cierran. Saber que ya no podrÈ ser un millÛn de cosas.
Hoy he leÌdo la palabra
niebla. He pensado en la palabra
niebla. Me he estremecido.
Casi sin darme cuenta, desde que lleguÈ a Madrid, pasear se ha convertido en una de mis principales aficciones. Camino por ahÌ. Luego me tomo una caÒa en alg˙n bar. La gente es
extraÒa. Me gusta mirar. Me pasarÌa la vida mirando.
Me gusta mirar los tejados, sobretodo cuando los ilumina la luz del atardecer al acercarse la primavera. Hoy los observo desde el sof·, asÌ terminan los edificios del centro de Madrid, asÌ se oscurece el cielo.
Est·bamos de aquella en C·diz. Hace alg˙n tiempo. …ramos m·s de una decena de amig@s en un piso min˙sculo. Nuestra terraza era estupenda y enorme, en ella nos tir·bamos al atardecer; algunos leÌamos, Nacho retrataba la escena. Al norte y al sur se desplegaban los tejados de Conil -si es que eso son tejados-, tejados cuadrÌculados, blancas casas andaluzas. Dej·bamos caer la noche tirados en sillas de pl·stico, entre la ropa y las toallas tendidas, y el equipo de sonido, en la ventana de una habitaciÛn, dejaba escapar las notas de Summertime en versiÛn de Gershwin; al mismo ritmo iban apareciendo las estrellas. Pronto comenzaba un bullicio en la cocina, pringado de luz amarilla. Era el momento de decidir quien bajaba a por las botellas y como se desarrollarÌa la noche. Algunas veces sacabamos un sof· a la terraza y fumabamos canutos. En camiseta y muy de noche, disfrutando de una suave brisa, sintiendo cada pelito ondular, all· al Sur, al Sur del Sur que dirÌa Pessoa, donde nunca existÌa la preocupaciÛn.
Yo ya sÈ cual es mi camino: nacÌ lejos, en el Norte, y he de morir en el Sur, al borde de otro mar.
Se me ocurre que tal vez este finde ha sido una de las etapas m·s agitadas en la vida polÌtica espaÒola que yo he visto. Seguro que no volvemos a ver algo igual. Yo he estado todo el rato haciendo cosas, a veces festivas y a veces comprometidas. HablarÌa del atentado y de la elecciones pero llevamos tanto tiempo ocupando nuestras cabezas en eso que me aburre. AsÌ que nada, reseÒar que ha ganado Zapatero y que Èsta maÒana parecÌa haber llegado la primavera. No sÈ si habr· conexiÛn. Ya verÈis que pronto nos decepciona a todos, si es que alguien tiene alguna esperanza.
Hoy a las doce habÌa en Madrid un paro de quince minutos. Al mediodÌa todos los trabajadores dejaron el curro, salieron de las oficinas, los bares y los comercios y se plantaron en silencio en la acera durante un cuarto de hora. Los transe˙ntes tambiÈn se pararon y permanecieron en el sitio. A mi me cogiÛ cerca de Sol y tambiÈn me detuve justo donde estaba, en una acera delante de un Caja Madrid. Durante los quince minutos no se moviÛ nadie ni nadie dijo nada. Desde mi puesto se veÌa un ejÈrcito de dependientas del Corte InglÈs con sus horribles uniformes completamente inmÛviles. PensÈ que aquello m·s que una ciudad parecÌa una maqueta de esas que ponen en los escaparates de las inmobiliarias y que nosotros er·mos esos muÒequitos que pretenden moverse pero que no lo hace. Incluso mirÈ hacia el cielo esperando ver asom·ndose un gigante dispuesto a comprar un piso con dos habitaciones y baÒo en nuestra maqueta.
DespuÈs de los quince minutos (que yo invertÌ en pensar en estas estupideces) aplaudimos un poquito y todo volviÛ a funcionar: los motores, las cafeteras, las piernas y las bocas. Era un poco como cuando mueres: durante un rato todo se para y hay mucha pena. DespuÈs la vida sigue (sin ti) y pronto ya no habr· nadie que te recuerde. Y tal vez eso, el olvido, sea la manera m·s autÈntica de morir.
Bueno, ya habeis visto lo que ha pasado. Un desastre. Ahora estoy algo asustado, supongo que esto no traer· nada bueno: m·s nacionalismo, m·s racismo, m·s control, m·s xenofobia y, en fin, menos libertad. Si al final resulta que han sido los de ETA habrÌa que seguir nuestra nueva lÛgica importada de los States y bombardear Bilbao, øno era lo que se hacÌa en estos casos?
Es la primera vez que me enamoro de una croqueta. Cuando uno est· enamorado le asaltan continuamente pensamientos y recuerdos de la persona amada. La tiene en la cabeza por la maÒana y por la noche, en la comida y en la cena. Y cuenta los segundos que faltan para volver a verla.
El otro dÌa probÈ en LavapiÈs (Bar Melos) unas estupendas croquetas, eran enormas y suavÌsimas, la bechamel que contenÌan era casi lÌquida y en ella flotaban trocitos de jamÛn. No hablo en broma cuando digo que son para mÌ ahora una obsesiÛn. Y, viendo la trayectoria de mi vida sentimental no me sorprende que mis sentimientos se dirijan ahora a croquetas y no a mujeres.
El DÌa de la Mujer Trabajadora estuve en una mani, que precisamente trataba de esto de la mujer. Repartimos propaganda, unos panfletos en los que se formulaban preguntas (algunas muy retÛricas) a propÛsito de la situaciÛn actual de la mujer y su devenir en la historia. La mani fue muy festiva y, desde luego, no era el sitio ideal para ligar, a juzgar por algunos sloganes que se corearon. Luego estuvimos en LavapiÈs pegando pegatinas subversivas por las paredes y tomando una caÒa o quiz·s dos.
El domingo 7 de Marzo tuvo lugar el hecho fundacional de nuestra
Sociedad Secreta. A eso de las diez de la maÒana surgimos de la noche con nuestros sombreros raros y nuestros ojos enrojecidos, y nos plantamos en la Plaza de Callao, donde se celebraba un concierto muy soleado y gratuito. La cosa estaba a rebosar. Nuestro primer
happening surgiÛ como debe de ser y ser·: de forma espont·nea. Alguien encontrÛ de manera azarosa un pintalabios en alg˙n recÛndito bolsillo. Nos pintamos los morros y besamos miles de mejillas; al final casi toda la plaza habÌa sido infectada por nuestro virus sedicioso. Cambiaremos el mundo y derribaremos al Estado y a la Sociedad con estas malas maneras, casi sin que se den cuenta. Pronto nuestro primer manifiesto.
Ultimamente por mi clase de FÌsica AtÛmica y Molecular se deja caer un sacerdote o, mejor dicho, un proyecto de sacerdote, a juzgar por su juventud. Aparece por allÌ vestido de negro, con su alzacuellos y su sonrisa sacerdotal, esa que intenta comunicar "buen rollo, os amo a todos como a mÌ mismo". Las relaciones entre Dios y la FÌsica siempre han sido extraÒas, incluso habiÈndonos olvidado de que condenaron a Galileo, persiguieron a CopÈrnico y quemaron a Giordano Bruno. Es difÌcil encontrar creyentes en facultades de FÌsica. Aunque, de alguna manera, nos dedicamos a estudiar algo asÌ como la CreaciÛn, supongo que los libros de fÌsica son como el GÈnesis pero con muchas integrales y derivadas (y cosas a˙n m·s demonÌacas). Mi opiniÛn personal es que si Dios creÛ el Universo podÌa habernoslo puesto un poquito m·s f·cil. Sin duda serÌa un matem·tico loco.
El otro dÌa, en compaÒÌa de mi sobri y sus amigas, me plantÈ delante de la Almudena, esa Catedral (o lo que sea) donde se va a casar nuestro prÌncipe. Est·bamos allÌ y sonaron las campanas. Y me sorprendiÛ porque normalmente yo no escucho campanadas en Madrid, pero me sorprendiÛ m·s a˙n porque no supe reconocer la melodÌa. Los ovetenses de nacimiento o de adopciÛn guardamos con cariÒo en nuestro inconsciente colectivo las melodÌas de las campanas de Oviedo. Me refiero a nuestro himno nacional (el Asturias Patria Querida, himno tambiÈn de los borrachos) y otras melodÌas m·s absurdas, pero no por ello desconocidas de los carbayones. Si vives en la capital del Principado aprendes a vivir con ellas constantemente en tus oÌdos, tanto que ni siquiera las adviertes. Pero cuando llega alguiÈn de fuera (o yo mismo ahora que estoy exiliado) en seguida se sorprende de su sonoridad y su frecuencia. Suelen opinar que son horribles y obsesivas pero nosotros las amamos como quiÈn ama a un hijo tonto.
Anda que no llevamos tiempo con la polÈmica alrededor de ciertas palabras, deberÌamos tener el diccionario m·s mano.
"øQuÈ es arte?, øquÈ es arte?" siempre lo mismo.
"Para mÌ arte es esto, para mÌ arte es lo otro". Y nos quedamos tan anchos. Es como si yo dijera: "para mÌ un coche es un trasto que vuela"; y claro, los coches no vuelan (a˙n) por mucho que yo me empeÒe. AsÌ que lo mejor ser· buscar en el diccionario la palabreja y, posteriormente, ponernos a discutir si tal objeto o tal actividad es arte o no. Por lo dem·s a mÌ las cosas me agradan o me desagradan independientemente del nombre que le quieran poner.
El mundo no deja de mostrame su naturaleza contradictoria, la dialÈctica de contrarios, el cielo y el infierno. En los anuncios del metro: a la derecha un rostro gigantesco de Mariano Rajoy, con esa mirada que pretende ser penetrante y se queda en tontorrona. Y a la izquierda, en otro anuncio, el prodigioso trasero de Elsa Pataky, que pretende ser inocente pero que nos excita de sobra, siempre a punto de decir °pfffffffffffffffffff! AmÈn.
Esperando el equinoccio. Si no me fallan las cuentas quedan solamente dieciocho dÌas para la llegada de la Primavera, que tal vez sea mi estaciÛn del aÒo favorita. Ah! saldr·n las flores, har· calor y mi libido estar· por las nubes; los domingos irÈ al Rastro a tomar el sol y pensarÈ que esta es una bonita ciudad para florecer.
Una ligera depresiÛn de media semana me ha impedido escribir estos ˙ltimos dÌas. He tenido el cuadro habitual: ideas obsesivas, imagenes recurrentes de estas que aparecen sin ton ni son y la presencia en mi cabeza de gente que ya deberÌa estar haciendo las maletas y larg·ndose. Pero ahÌ siguen, agazapados en mi memoria.