Pensar mucho es malo, pues siempre que se piensa mucho se acaba pensando tonterÌas. Mucho m·s malo es, despuÈs, confesar tus conclusiones. Entonces los demás son un espejo donde ves reflejada tu, dig·moslo asÌ, filosÛfica estupidez.
Me gustarÌa poseer un pequeÒo hombrecito, de la altura de un palmo o asÌ, y con chistera, para poner a prueba mis razonamientos antes de utilizarlos.