El antropÛlogo
Malinowsky, en una de las obras m·s famosas e importantes de Èsta ciencia, estudio a los nativos de las
islas Tobriand. En estas sociedades no se habÌa erigido el
principio de autoridad (causante de muchas de nuestras neurosis y fundamental para el mantenimiento del capitalismo). Esta gente no se habÌa dado cuenta de la relaciÛn evidente entre el acto sexual y la procreaciÛn asÌ que pensaban que en la cuestiÛn de tener hijos lo hombres no tenÌan nada que hacer y el hijo era engendrado unicamente por la mujer y era una parte de Èsta. AsÌ que no existÌa la figura de padre, no tenÌa sentido. Quien educaba a los hijos era el hermano materno, el tÌo, y el verdadero padre ni siquiera sabÌa que aquellos retoÒos eran carne de su carne y sangre de su sangre. Lo curioso es que el hermano paterno, a pesar de tener la obligaciÛn de educarles, no tenÌa poder sobre ellos, sÛlo la madre tenÌa este privilegio. Por esta razÛn los niÒos no eran reprimidos por el padre y se habÌa creado una sociedad m·s libre, menos reprimida sexualmente, con menos psicopatologÌas y, en definitiva, m·s feliz. Una
sociedad matriarcal, con lÌneas de sucesiÛn matrilineales, con respeto por la mujer y adoradora de diosas femeninas de la fertilidad.