Se me ha ocurrido que si fueramos inmortales las cosas serÌan bastante parecidas. Al no ser nuestra memoria ilimitada solo tendrÌamos recuerdos de un cierto intervalo de tiempo y sabrÌamos que dentro de doscientos aÒos no recordarÌamos lo que hacemos ahora. SerÌa como vivir varias vidas superpuestas.
Uno de los primeros recuerdos que conservo con nitidez es de los cuatro aÒos: estoy esperando al ascensor en el descansillo de mi casa, en Oviedo. Me saco
un moco, un moco verde oscuro y perfectamente esfÈrico. M·s que un moco real parecÌa un arquetipo de moco, la Idea platÛnica de moco. Yo de aquella no sabÌa todo esto, asÌ que lo dejÈ adherido a la puerta del ascensor. Losmocos siempre han estado muy presentes en mi experiencia vital.
Yo no sÈ que significa esto. Lo cierto es que es difÌcil interpretar los sÌmbolos mediante los cuales la vida te habla, aunque muchas veces el significado es tan obvio y evidente que no te puedes dar cuenta a˙n teniÈndolo delante. Recuerdo que hace un mes o asÌ vÌ un buitre volando en cÌrculos sobre mÌ. Estaba cruzando la Cordillera Cant·brica. Cuando lleguÈ a casa ocupÈ varios dÌas intentando investigar esto en diccionarios de simbologÌa; yo sabÌa que el buitre podÌa ser sÌmbolo de la muerte, pero creÌa recordar que en algunas tradiciones orientales podÌa significar otras cosas. Y asÌ me rebanÈ los sesos durante dÌas, recorriendo librerÌas y bibliotecas. Finalmente, una noche, caÌ en la cuenta (est˙pido de mÌ) de que no había significado detrás de aquello, de que significante y significado coincidían, de que aquello no era más que aquello, un buitre. La comprobación de la veracidad de mi análisis y el que, en realidad, leyendo el lenguaje del mundo pudiera descubrir cosas que habitualmente se me escapan me impresionÛ profundamente, muy profundamente.