Como decÌa y todavÌa no he relatado: el findesemana estuve en el ViÒa Rock, festival musical macarra donde los haya emplazado en la mancheguÌsima localidad de Villarobledo, provincia de Albacete. AcampÈ con el amigo Mario y nos fuimos encontrando sucesivamente con diferentes grupitos de colegas que se habÌan venido de Murcia y que Mario conocÌa, porque, lo que es yo, no conocÌa a nadie, como es habitual. Vimos un montÛn de conciertos y yo me pase del orden de 48 horas ininterrumpidas haciendo acrobacias, malabares, cabriolas y polichinelas con mis flamantes cariocas. QuÈ instrumento tan fant·stico. Lo cierto es que llama la atenciÛn y tuve que sacarme fotos con bastante gente, bueno, eso al principio; a los dos dÌas de dar la tabarra ya me increpaban para que lo dejase. Lo peor fue el domingo. Mario se fue a las 10 de la maÒana y yo tuve que permanecer en la tienda 8 horas, hasta las 6 para coger el bus. Se estaba inundando y fuera rugÌa la tormenta, yo estaba empapado, frÌo y sin ropa de abrigo ni ninguna distracciÛn. AsÌ que pase ocho horas agazapado, pensando y tratando de meditar, como un animal extraÒo. SobrevivÌ y eso me hizo sentirme bastante orgulloso de mi fortaleza, fue un fin de semana bastante duro que siempre recordare con cariÒo y con cierto tembleque. La tienda la tuve que dejar, era la tienda grande que solÌamos llamar "Villa Lunita y Txe" con una sonrisa en los labios. Antes de abandonarla le echÈ un vistazo: ahÌ la dejaba, embarrada y medio derrumbada en medio del p·ramo y de la tormenta. RecordÈ todo lo que habÌamos pasado ahÌ metiditos y lo que habÌa significado. Luego, con mucha pena me di la vuelta y me fuÌ con paso firme. Fue un acto psicom·gico y sospecho que in˙til. TardÈ una hora en llegar a la estaciÛn de autobuses, cuando la hallÈ estaba empapado.