Ayer me regalÛ Ale unas
cariocas que me trajo de C·diz. Para quien no lo sepa las cariocas son ese malabar consistente en unas bolas atadas a unas cuerdas. Se agarran las cuerdas por el extremo libre y, fuerza centrÌpeta mediante, se hacen divertidas formas en el aire. Las bolas llevan unas cintas de colores adheridas que dan plasticidad y colorido a los movimientos. Estuvimos en el Retiro practicando un poco, la verdad es que no es nada f·cil, espero no tardar mucho en dominar la tÈcnica.
Luego fuimos a ver la estatua del
¡ngel CaÌdo. Al parecer es la ˙nica estatua p˙blica en el mundo dedicada al demonio, y preside una de las glorietas del parque. He oÌdo que en su momento hubo quejas con respecto a la belleza con la que se representa a Lucifer. Si esperan ver al personaje de los cuernos y la cola, aquÌ no se van a quedar satisfechos. El ¡ngel CaÌdo tiene pinta de eso, de ·ngel: un tipo atlÈtico, guapo y de gruesos rizos rubios. Eso sÌ, tiene una tr·gica expresiÛn, digamos que la misma que ustedes pondrÌan si despuÈs de rebelarse contra Dios les hubiesen expulsado del Cielo.
Me he acordado a cuento de todo esto de una curiosa interpretaciÛn bakuninista del mito de la caÌda del paraÌso (an·logo a la salida del ˙tero materno para los psicoanalistas, por cierto).
Mijail Bakunin, el anarquista, entendÌa que mientras que Dios pretendÌa mantener a Ad·n y Eva dominados y en la inopia, el demonio les incitÛ a probar la fruta del ¡rbol de la Ciencia. Quien comÌa de este ·rbol podÌa diferenciar entre el Bien y el Mal, cosa que hasta ese momento solo podÌa hacer Dios. Eva, al comer la manzana diÛ una ley moral a los hombres y los elevÛ a la categorÌa de dioses. Fue entonces cuando (de forma un tanto absurda, todo hay que decirlo) comprendieron el horror de su desnudez. Y de esta manera el demonio es una especie de Prometeo en la mitologÌa cristiana, que puso al ser humano a la altura de su Creador. Curioso.