Hace un par de dÌas relataba en este mismo foro una experiencia Zen ocurrida en mitad de la noche en una desierta calle Caveda. Pues bien, anoche, volviendo a casa me ocurriÛ lo mismo en el mismo lugar con una sutil diferencia: anoche
nevaba. Mi exsuegra me dijo un dÌa (tambiÈn nevaba) que le encantaba el silencio que se levanta cuando nieva. Era algo en lo que yo estaba de acuerdo pero que nunca antes habÌa llegado a expresar, tal vez no encontraba la palabra, la palabra era
silencio. Anoche la calle estaba desierta y al mirar al cielo tan negro me mareaban los copos cayendo en remolino muy silenciosos; me produjeron una gran tranquilidad y una sensaciÛn de intemporalidad, de eternidad, de conexiÛn con algo, con algo guay.