Llevo una semana esperando a los pintores. Bueno, esto no es del todo cierto, la cosa va como sigue: hace una semana, un jueves como hoy, aunque m·s c·lido, sobre las seis de la tarde estaba esperando a los pintores. PasÛ media hora de la hora acordada y los pintores no acababan de aparecer; la que sÌ apareciÛ fue la vecina de arriba -que es la que dirige la operaciÛn y la que nos provocÛ la gotera- para decirme que los pintores no se iban a presentar finalmente porque las seis es muy tarde para ellos, y que, por favor, perdonase las molestias. Yo le dije, apoyado en el marco de la puerta, que no se preocupase, que no habÌa problema y que estarÌa bien si el prÛximo jueves -es decir, hoy- viniesen a las cuatro, que por mÌ no habrÌa problema. Yo soy un poco cabezaloca y en realidad sÌ que habÌa problema pues ahora mismo tendrÌa que estar en la biblioteca consultando libros sobre partÌculas subatÛmicas y estrellas que de pronto, sin comerlo ni beberlo, explotan. Pero me quedÈ en casa aceptando mi responsabilidad y esperÈ a que pasase una hora de las cuatro, que era la hora de la cita, y entonces ya me dije "a la mierda" y decidÌ bajarme a la calle, a tomarme un
cafÈ calentito a cualquier bar cutre de por aquÌ, a fumarme un pito o dos, y a leer un poco de ese libro nuevo que he robado esta maÒana en el Corte InglÈs y que me tiene cautivado. A estos ˙ltimos que les jodan tambiÈn. Salud.