Escribo esto a la mitad de mi cena de Nochebuena. Hoy he recibido un email de una amiga: ella est· triste y perdida. Me he sentido melancÛlico sentado a la mesa; he dicho "familia voy a hacer una llamada" y he bajado a mi casa, a escribir, a intentar sentirme mejor. Hace bastante tiempo, cuando mi tristeza era a˙n de cartÛn piedra, me gustaban las cosas tristes, las canciones tristes, los libros desesperanzados, las historias que acababan de mala manera. Esto suele ocurrir cuando uno es medianamente
feliz, supongo que es una forma de compensar las emociones. Cuando se pasa mal todo esto pierde su gracia. Pienso ahora que una de las bromas m·s crueles de la vida es que lo triste sea hermoso.