En Septiembre mi corazÛn era un invierno nuclear y mi mam· me llevÛ a almorzar con dos de sus amigos. En un bar pedimos el men˙ del dÌa. Todos est·bamos de acuerdo en que el men˙ del dÌa mola. Mucha comida casera y mucha comida barata. Uno de los amigos de mi madre, de aspecto freak y extraÒa dicciÛn, nos resumiÛ su teorÌa sobre el tema: Èl, para disfrutar un men˙ del dÌa en condiciones Ûptimas necesitaba cumplir tres condiciones, a saber: 1. un buen ambiente, 2. un buen fondo fÌsico, y 3. una actitud mental positiva. DespuÈs de decir esto se metiÛ media patata cocida en la boca. Me hizo sonreir, porque el hombre en realidad pensaba eso. Y me sentÌ tan ridÌculo comprendiendo cÛmo uno puede llegar a descuidar tanto su vida, que est· hecha de cosas pequeÒitas como men˙s del dÌa y paseos por el parque, y pasarse el dÌa con la mente en cosas transcendentales que, al fin y al cabo, tampoco tienen tanta importancia, pues, aunque te duela el corazÛn, la patata va a saber igual y las hojas de los ·rboles se arremolinar·n de la misma forma en los bordes del camino.