Cuando me cruzo un miembro de las Fuerzas de Seguridad del Estado por la calle (cosa bastante f·cil ˙ltimamente gracias a su proliferaciÛn), tratÛ de mirarle a los ojos y expresarle la aversiÛn que me produce, la repugnancia. No confÌo demasiado en mis dotes de actor, asÌ que creo que ellos piensan que sufro de retortijones o que soy miope perdido. Seguro que en sus mentes violentas y primitivas se escucha una voz que dice: "cÛmete tu diarrea, sucio comunista pagado con el oro de Mosc˙". Y se quedan encantados.