He estado toda la tarde pensando. Luego he decidido salir a dar un paseo, para vaciar la cabeza. En la calle hacia un viento tremendo y tuve miedo de que una teja se desprendiera y me rompiera la crisma, echando a perder todas las conclusiones a las que habia llegado. Fue realmente excitante sentir como el viento revolvia mi pelo: las ideas se escapaban por la punta de cada cabello.